viernes, 3 de agosto de 2012

EL HOMBRE Y LA SERPIENTE

"Dadme un punto de apoyo y moveré al mundo" Arquímedes 287 - 212 AC

Sergey Kalivshenko masticaba bronca mientras conducía en dirección al observatorio astronómico de Mauna Kea. Lo que meses atrás consideraba un merecido premio al esfuerzo por los 23 años dedicados al proyecto de investigación sobre interferencias de trayectoria de asteroides, hoy lo veía como el peor de los castigos. En 2029 el asteroide Apophis pasará a escasos trenita mil kilómetros de la tierra mientras es atraído por la gravedad de nuestro sol, y es muy probable que esa distancia sea peligrosamente menor en su trayectoria de regreso a la oscuridad del vacío sideral. Tanto así que hasta puede colisionar con nuestro planeta en el no tan lejano 2036.
Sergey necesitaba corroborar las ecuaciones que le llevaran más de una década desarrollar, y hacer los ajustes finales a las tablas de datos resultantes de los cálculos teóricos, siguiendo metódicamente un tramo de la trayectoria con uno de los más potentes telescopios terrestres.
Pero la burocracia no entiende de trayectorias, distancias estelares y mucho menos de ecuaciones. En los dos meses que se despilfarraron en la obtención de decenas de permisos y tratados de colaboración científica, él y su equipo perdieron la prioridad para el uso exclusivo de las instalaciones, lo que redundó en una drástica reducción de la nómina de integrantes del grupo y la condena al uso compartido del observatorio.
Esa tarde de noviembre la bronca acumulada ya lo predisponía mal. Acudir al observatorio en forma repentina y urgente en uno de sus días de descanso era quizás parte de su trabajo como científico. Pero hacerlo para mediar en una discusión sobre asuntos menores entre comisiones que nada tienen que ver con la investigación, como la falta de coordinación para el aprovechamiento de los cuadrantes de observación, lo enfurecía.
-¡Buenas tardes si me echara a tu puta madre!- Respondió Sergey enceguecido de furia al artificial y sonriente saludo del personal de seguridad del observatorio mientras se dirigía con zancadas iracundas a la sala de reuniones donde lo aguardaba el insalvable debate.
-¡Me cago en todos y cada uno de Ustedes! – Sentencia a modo de áspero saludo de cosaco al que se le mancó el caballo. –Tres horas me lleva subir a esta montaña de mierda. ¿Me escucharon? ¡Tres horas!
¡Uh chabón! ¡Bajá un cambio mala onda! ¿O te pensás que tratar de explicarles algo a los monos sabios que tenés de equipo es un día de playa en Mauì? – Responde desparramado en una silla, un joven de musculosa estampada con la cara del Indio Solari, bermudas y un par de alpargatas con suela de goma que luce con los pies entrecruzados sobre la silla contigua.
Sergey hace equilibrio sobre la delgada línea que marca el límite entre la razón y el instinto asesino. Se quedó callado, rígido y con la mirada perdida. Su mente se debatía frenéticamente entre abalanzarse sobre el joven cuyo desparpajo lo exasperaba, moler a golpes a los dos miembros de su equipo presentes en el lugar o tenderse sobre los rieles del domo giratorio que cubre al telescopio y poner fin a ésta tortura.
¡Aquí Hustom! – Satriza el de la musculosa que se incorpora y agita su mano delante de Sergey en un intento de devolverlo a la realidad. – ¿Qué pasa Tobarish? ¡Estás muy loco fiera! ¿Te pido algo? ¿Un te de tilo?
-¡Quiero que desaparezca! ¿Quién demonios es esta persona? Increpa a su equipo cada vez más alterado.
-Es el único integrante de la comisión con la que compartimos el observatorio pero no podemos convencerlo de que es imprescindible para nosotros mantener el cuadrante de observación. Estamos sobre un punto de validación de datos de la trayectoria del asteroide. Si no hacemos la captación esta noche, deberemos postergarla 15 días.
-¡Uh! ¡Qué importante! Bueno, lo mío también es grosso. Hagan la observación en mi cuadrante. Yo tampoco puedo esperar 15 días. Me quiero ir de acá a lo sumo pasado mañana.
- ¿Y se puede saber de que se trata su investigación? – Pregunta Sergey con falsa calma, tratando de disimular la furia contenida.
-Si, claro que se puede saber. La recientemente creada Subsecretaría de Asuntos Astrológicos, encargada de la emisión del Horóscopo Oficial de mi país, analiza considerar la incorporación de una casa zodiacal más. Ofiuco. Si, como lo escuchaste. Y para eso estoy acá. A que esa no la tenías, eh?
- Pero para eso no hace falta un observatorio astronómico, ni siquiera un telescopio de juguete. Con una carta celeste y cielo despejado se ve a simple vista desde su propia casa.
- Ah!, ¿Si? ¡Mirá vos! Qué canchero que sos, no? ¿Sos astrólogo también?
- No, soy Doctor en astrofísica y estoy por convertirme en asesino. ¿Ud. es astrólogo? - Sergey tiene el rostro desencajado, muy rojo y con las venas del cuello a punto de estallar.
- ¡Ni en pedo! Soy licenciado en Ciencias Económicas. ¿Astrólogo, Yo?… a vos solo se te ocurre semejante pelotudez Tobarish.
- A mi sólo se me ocurre ponerlo en órbita. ¡Antes de que lo mate a patadas salga de mi vista!
- No salgo un joraca.
- ¿Ah, no? – pregunta Sergey mientras avanza de manera amenazante contra el economista.
- ¿Vos todo lo conseguís con prepotencia y puteadas? Sos medio patotero Tobarish. Así no se arreglan las cosas. Yo tengo una tarea que cumplir y un presupuesto sobre el que tengo que rendir cuentas. OK, yo puedo ceder mi turno de observación, pero te tenés que poner con alguna moneda.
- ¿Poner monedas? ¡Yo le voy a poner cinco patadas en la cabeza!.
- ¿Ah, si? ¿Mirá vos? ¿Vos sabés que la prioridad la tiene el grupo de investigación de mayor presupuesto?.
- ¿Presupuesto? ¿Ud. tiene presupuesto para una investigación que se puede hacer gratis con datos de Internet y sin saber siquiera lo básico de astronomía?
- U$D 36 MM para ser exacto ¿Y el tuyo Tobarish? ¿De cuantos millones es?
- No llega al millón. U$D 600.000.
- JaJa! ¿600 lucas pedorras? Bueno, alpiste. ¡Por astrofísico miserable perdiste!
- Hagamos un trato – Propone Sergey debatiéndose entre la insania y la resignación – Mañana al mediodía tiene en sus manos un informe de 300 páginas sobre Ofiuco si nos cede el turno de observación de ésta noche. Se lo escribo yo.
- 360 páginas, más fácil para las cuentas. Nada de Wikipedia.
- OK, 360. Nada de Wikipedia.
- ¡Bien ahí Tobarish! Tenemos un trato. Pero al mediodía imposible. Tipo cuatro y media, cinco de la tarde mejor. Igual llamame primero.
- A Ud. No le importa si en 2036 un asteroide impacta a La Tierra. ¿verdad?
- ¡Claro que me importa! ¡No tenés idea de lo que va a ser esa partida presupuestaria del proyecto para mover a La Tierra!

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