miércoles, 19 de octubre de 2011

ESCUCHO HABLAR DE BOTNIA Y SE ME PIANTA UN LAGRIMÓN...

-Disculpe, ¿falta mucho para Gorriti y Bolivar?-
-¿Perdón?-
-Le pregunté si falta mucho para llegar a Gorriti y Bolivar.-
- Mire, que yo sepa acá en Capital esas calles no se cruzan. Ni siquiera pasan cerca una de la otra.-
- ¡No puede ser! A mi me dijeron que Estelita vive en Gorriti y Bolivar.-
- No se enoje conmigo. Le reitero que acá en Capital Gorriti y Bolivar no forman esquina.-
- ¡La busqué por años! ¡Dios sabe que la busqué¡ ¡Y me mintió ese hijo de puta!-
Se puso realmente mal. El cocktail que mezcló en ese momento con partes iguales de desencuentro, desilusión y desarraigo, hizo mella en la estampa del extraviado señor que hasta antes de la respuesta fatal, desparramaba distinción con orgullosa elegancia de dandy sesentón de ajustado presupuesto.
Miraba desencajado hacia otras caras buscando desesperado a alguien que me contradiga. pero no encontró a nadie. Tragó con dificultad la amargura que le inundó la boca y con gesto de desesperanza se paró decidido a bajarse.
-¡Espere! ¿Adonde va? ¡Si Ud. está completamente perdido, hombre!-
- Me vuelvo a casa…-
- Espere que bajo con Ud.-
Bajamos y se quedó estático mirando hacia ambos lados del mezquino infinito de la avenida Córdoba.
-Venga, siéntese, le invito un café.-
Lo tomé del brazo y lo guié hasta una de las mesas que el bar cercano a la parada del colectivo tiene en la vereda. Con señas y a la distancia le pido dos cafés al mozo interrumpiendo su camino hacia nosotros y obligándolo a retornar a la barra donde estaba acodado.
- Digamé: ¿Tienen algún otro dato que nos pueda dar una pista de donde encontrar a la persona que busca?-
- No. Solo me dijo que vivía en Buenos Aires, en la esquina de Gorriti y Bolivar.-
- Bueno, hasta Buenos Aires posiblemente le han indicado bien. Pero entre Buenos Aires y esa esquina existe un abismo que necesita rellenar.-
- ¡Ud. no entiende nada! – me reclama. – Hace treinta años que busco a Estelita, y ese hijo de puta del hermano me dio cualquier dirección para sacarme de encima. Seguro. Es eso. El nunca quiso que yo estuviese cerca de ella. Pero me las va a pagar… ¿Me entiende?... ¡Me las va a pagar!-
Mientras trataba de calmar al pobre hombre el mozo deja el par de cafés sobre la mesa y vuelve inmediatamente a la barra.
-Por favor, cálmese. Quizás recuerde otro dato o referencia que sirva para orientarlo.-
-Nada…¡Nada! ¡Es un hijo de mil putas! ¡Me lo hizo a propósito!-
En eso veo a pocos metros de donde estábamos sentados, al diariero disponiéndose a cerrar el quiosco.
-Espéreme un segundo. No se mueva de acá, ya vengo.
Fui hasta el puesto de diarios, le expliqué lo que pasaba al diariero y le pregunté si tenía una guía para poder ayudar al extraviado y maduro galán.
-Sí, cómo no. Acá tiene. Son 25 pesos.-
-Uh, chabón dale… no seas garca…-
-¡No! ¿¡Qué garca ni garca!? Acá está marcada… sale 25 pesos.-
Llego a la mesa con una Guía T de reducidas dimensiones y 25 pesos menos.
- Vamos a buscar acá.-
Pero está perdido en su furia y no me escucha.
En la lista de calles del conurbano aparece Gorriti como cien veces.
-Ese mal parido me las va a pagar… ¡Mozo! Dos cafés y una grapa.-
- Espere, espere… que me acaba de asaltar el diariero y no tengo mucho efectivo encima… El otro quizás se la pague a Ud. pero yo estoy seguro que de eso no voy a ver un niquel.-
- ¿No aceptan Uruguayos acá?-
- No creo.-
Justo este mozo es el colmo de la eficiencia y le confirma que no aceptan uruguayos al mismo tiempo que reemplaza los pocillos vacíos por un par recién servidos y la copita de grapa. Le pregunto si puedo pagar con débito y para mi suerte responde que si pero en la caja. Sino encuentro un dato útil rapidamente el extraviado gentleman charrúa me funde.
La búsqueda por la calle Bolivar augura un pronóstico mejor.
-Cuando lo agarre al mal nacido hijo de mil putas lo coso con una navaja – Se envalentona por efecto de la grapa. - ¡Mozó!-
- Por favor, no me la complique, si?. Afloje con la grapa que si se empeda mi ayuda no le va a servir de nada.-
-¡Ya no me importa una mierda! ¡Mozó!-
- ¿Qué va a pensar doña Estela si se le aparece borracho, eh?- ¡Tenga paciencia hombre, deje de masticar venganza y déme una mano con esto!-
- Salí de casa sin los lentes.-
(¡Uy, y la puta madre!… ¡Que presente griego me estoy fumando, por Dios! En Hurlingham no se cruzan…. En Ballester tampoco…. ¿De donde me suena tanto Gorriti…? ¡Qué garrón! ¡Se clavó otra grapa el animal! Gorriti… Gorriti… Gorriti…¡Pero qué boludo! ¡Mil veces pasé por Gorriti y Bolivar!)
- ¡Es en Lomas!- grité saliendo ala superficie casi ahogado del mar de quilombos en el que me metí por “Dios sabe que la busqué”.
Bueno ahora Dios también va a saber que la buscaste como el culo…
-¿Le suena Lomas de Zamora?-
El rencoroso Dandy hace una pausa para terminar de tragar la tercera copita de grapa y me dice: - ¿Si me suena? ¡Claro que me suena! ¡Si ahí se crió el cagador hijo de mil putas! ¡Mozo!-
Esta vez logre bloquear los agudos reflejos del mozo más rápido de Buenos Aires gesticulándole que no al último pedido y en seguida el de la cuenta.
-En Lomas de Zamora existe el cruce de Gorriti y Bolivar. ¿Ud no mencionó que el garca era el hermano de Estelita? ¿No se le ocurrió que Estelita podía vivir en Lomas?-
- Es la primera vez que cruzo el charco. ¿Sabe?-
- No abuse de la suerte de principiante que si se le llega a cortar se queda acá para siempre.-
Aproveché cuando fui a pagar a la caja para pedir prestada una lapicera y marqué un círculo en la pagina de la guía, donde supuestamente estaba la esquina donde vivía Estelita. Logré convencer al de la caja para que me cambie cinco pesos en monedas y volví al encuentro de la reencarnación de Julio Sosa.
-Tome. Con esto para llegar a lomas le alcanza. Vuelva a tomar el mismo número de colectivo y pídale al chofer que le avise en Plaza Once. Ahí pregunte donde para el 165. Va a tardar más de una hora. Si puede siga el mapa. Si sigue con suerte en un poco más de una hora y algunos intentos hasta dar con la esquina correcta, seguro se va a encontrar con Estelita.
-Gracias. ¿Ud. Es un caballero, sabe? – Se levanta y me abraza, inequívoco síntoma de la etapa cariñosa de una borrachera melancólica.
- Vaya, vaya. Y preste atención a lo que le dije. Si tiene dudas vea la página que le marqué de la guía que en el reverso le anoté los datos.-
Me quedé sentado unos minutos, gozando de la satisfacción de verlo subir nuevamente al 132. No se si encontrará a Estelita, pero por lo menos hasta Gorriti y Bolivar va a llegar bien.
Vuelvo a la parada para reanudar mi viaje y al pasar por la puerta del negocio contiguo al bar, un muchacho en la puerta me comenta:
-¡Qué bárbaro lo del viejo éste!
-Y si…- respondí- El pobre estaba re perdido.
- ¡jajajá! ¡Pobre y perdido un pito! ¡Es un borrachin atorrante! Siempre hace la misma, si no es en éste bar es en el de la cuadra siguiente. Esta de Estelita y el uruguayo enamorado es nueva. Los cuentos para manguear unos pesos y después tomarse una grapita ya los tenemos re manyados. Pero la que te mandaste vos para encontrar la dirección, no tuvo desperdicio.
- Gracias por avisar, flaco… ¡Sos tan garca como el viejo y el mozo!
- Puede ser. Pero al lado del diariero soy un bebé de pecho…

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