viernes, 24 de junio de 2011

Aislación acústica

Aislación acústica


Carlitos gastó cientos de horas y una fortuna para aislar acústicamente su cuarto. Meses de investigación, un dineral en revistas especializadas, probando decenas de configuraciones, aprendiendo de los errores, montando y desmontando paneles, descuidando el estudio hasta dejar previas un par de materias, permitieron que lograra que su cuarto se transformara en un espacio con aislación acústica perfecta. Absolutamente nada de lo que hiciese con su estruendosa Tama Rockstar XD con doble bombo, traspasaba la frontera acústica de su habitación. Nada se le pasó por alto. Le anexó el bañito de servicio contiguo, se las ingenió para empotrar una vieja heladera tipo frigobar, una pequeña alacena y hasta una mesita. Su cuarto aislado acústicamente se transformó en su hogar y ningún vecino volvió a reclamar por el bochinche que tanto apenaba a sus viejos. A pesar del cansancio acumulado por tanto trabajo, el logro lo motivó enormemente y comenzó a practicar como nunca antes.
Ninguna otra cosa volvió a alterar la paz de esa cuadra de la calle Lautaro en Flores hasta que se vendió la vieja casa de la familia Liozzi y empezaron a demolerla sin pudor y sin honores. Nadie supo la verdadera razón de por qué, allá por el 2008, de un día para el otro tapiaron con ladrillos los amplios ventanales en arco y la generosa entrada, ocultando hermosas rejas y puertas de intricado arte en hierro forjado del 1900, condenándola por meses a rumores y teorías conspirativas de variada índole sobre el repentino abandono de la casa por parte de sus ocupantes.
Al único que no le llamó la atención fue a Carlitos. Él estaba ensimismado con sus ejercicios y maratones de covers. Ya estaba pensando seriamente en cambiar todos los parches de su Tama en cuanto tuviese un poco de tiempo.
El avance de la demolición era vertiginoso. En un par de días ya podía apreciarse el muestrario de decoraciones a cielo abierto que los diferentes ambientes dejaron estampados en las medianeras y que ahora servían de telón de fondo para la retroexcavadora, figura principal que hizo su aparición para el último acto del ruidoso espectáculo de la demolición.
Varios vecinos se habían acercado hasta la obra para pedir que moderaran un poco el ritmo de trabajo ya que las vibraciones repercutían en toda la cuadra y perduraban hasta mucho después del final de cada jornada.
Pero los embates del tiranosaurio metálico apenas molestaron a Carlitos, que enseguida superó el pequeño inconveniente azotando con un poco más de intensidad su Rockstar.
Un poco antes de finalizar el primer día de la coreográfica e implacable operación de la pala mecánica y el constante desfile de los camiones que llegaban a alimentarse de escombros para partir sin despedirse, una gruesa y amplia loza en el suelo del fondo del terreno detuvo abruptamente su tarea. Media docena de operarios removieron con palas los escombros que cubrían una estrecha escalera cuyo último escalón tropezaba con una pesada puerta metálica. Varias horas después, ya casi de noche y con la última llama de un soplete cedieron los goznes y pudieron por fin derrumbar a la tenaz puerta. Cayó tan estrepitosamente que hasta Carlitos se sobresaltó.
La luz del interior tomó a todos por sorpresa. Y la silueta de un hombre semidesnudo, de abundante cabello y barba que se recortaba en el inesperado resplandor estremeció a todos.
-¿Se volvieron locos?– Gritó desde el interior el seudo cavernícola - ¡Me hicieron mierda la puerta!
-Tranquilo – Atinó a decir el capataz – somos de la obra…
-¡Yo estaba re tranquilo hasta que apareciste vos, chabón! ¿A mi que me importa si sos de una obra o de Júpiter, infeliz? ¿Vos sabés lo que me costó la puerta que acabás romper?
Los gritos del ermitaño resonaban en toda la manzana. Un señor mayor, vecino de la casa lindera, visiblemente consternado se acercó en silencio caminando como sonámbulo sobre los escombros, hasta quedar frente al hombre semidesnudo. Lo observó un instante y le dijo con voz cargada de alivio:
-¡Carlitos, querido! ¿Pero dónde te habías metido?

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